domingo, 25 de mayo de 2014

La Ceiba en los cultos mágico-religiosos cubanos

NOTA: Presentamos este fragmento CUYA FUENTE SE CITA AL FINAL


Ceiba
, podemos ver como uno de los elementos mas importantes en la practica lukumi es de origen FON (Dahomey, como ellos llaman Arara).




"Entre las comunidades descendientes de la etnia arará en territorio cubano, según testimonia Francisca Quevedo (1922), al llegar a Cuba ellos escogen la Ceiba como árbol sagrado, “porque se parecía mucho al que ellos tenían reverenciado en su tierra”. Aun se le denomina Loko en lengua ewé fon y sirve de refugio a deidades en peligro, como San Lázaro. Así lo consigna el intelectual Hippolyte Brice Sogbossi, en su interesante obra, La tradición ewé fon en Cuba (p. 43). Aunque también, por otra versión le tenemos como Iggi-Olorun, que es Árbol de Dios en la lengua de los ewé-fon. Para otros la Ceiba, es donde vive el fodú Arému, una deidad muy identificada con la Obatalá lucumí, que aquí sustituye al Baobab africano. A su lado pernocta Yemmú. Para ellos, la Ceiba fue el único árbol que el diluvio respetó y el primer morador del preciado vegetal fue Changó, el Hebioso arará. Otro numen que vive en esta alta residencia del monte, es Bóku: de la misma manera, otros arará afirman que también Obbá-Lomi, una diosa muy antigua, es habitante de este árbol sagrado. En los rituales congos, se le conoce como Congo Azueca. Los ararás consideran que, a quien dañe o corte una Ceiba, tendrá el castigo eterno de Oloffi.

En el sistema de creencias ewé fon, de la etnia arará, el mencionado investigador beninés, en su citada obra editada por la Fundación Fernando Ortiz en 1998, nos ilustra más sobre el simbolismo de la Ceiba para las creencias del mencionado grupo social, con un canto recogido a una de sus fuentes, Francisca Quevedo, en diciembre de 1992, que narra: ­“San Lázaro tenía una guerra. Como él era cojo y no tenía píe, llamó a Ogún, que no vaciló en manifestar su disposición de servirle de caballo; Ogún se le echó y los montó. Pudo San Lázaro llegar a donde tenía que ganar la guerra frente a otro santo bravo. Cuando llegaron allí, Ogún apeó a San Lázaro al pie de Iroko (la Ceiba). Cuando esta sacó el canto: azanmado sunu gaja iroko yi gbe e loo, enarbolando el machete, enseguida se abrió Iroko, así San Lázaro entró: pensó (Ogún) que había perdido la guerra porque se quedó trancado dentro de la Ceiba. Al volver a sacar el canto, enseguida Iroko se abrió de nuevo y salió San Lázaro enarbolando su machete y cantando el mismo canto. Iroko se asombró. San Lázaro había ganado gracias a Ogún. Por eso Ogún y él son compadres y no pelean” (sic).

Según el mito en el cual se funda la Sociedad Secreta Abakuá (Ñáñigos), Sikán, la descubridora del pez sagrado Tanze, es sacrificada bajo una ceiba, personificación de Abasi, quien vendría a ser el Zeus de aquellas tierras. Para los mayomberos (Regla Palo Monte), Mamaengundo es la Ceiba. La nganga, es el recipiente contenedor de la sacri-potencia, que debe enterrarse cierto tiempo bajo una Ceiba durante su preparación. (11) Del mencionado vegetal, los sacerdotes paleros utilizan todo para sus artes. En el tronco, ejecuta los amarres; la sombra, que le ayuda para llamar a los espíritus y baña con su efluvios poderosísimos a las “Ngangas” y a los diversos “protectores” (amuletos resguardos) que procesa el brujo y que a semejanza de pequeños santos, hacen de guardieros que tienen la misión de defender a su dueño. Las raíces colosales, para ellos llamadas: “los estribos de Mamá Ungundu”, que se hunden en la tierra, llegan hasta muy lejos, como significante que los poderes de sus “trabajos” tendrán lejanos alcances.

En las zonas rurales, es costumbre que los mayomberos, guarden sus “prendas” bajo las Ceibas. Estas iniciaciones se celebran en el monte, allí se colocan de hinojos y entonan un primer ensalmo, para ellos: mambó bangara mboyá pánguiamo, con que el brujo invoca a sus antecesores difuntos, al “palo”, al espíritu del muerto subordinado y a su padrino. Para el sistema de creencias de los descendientes yorubas (Regla de Osha), uno de sus orichas, Iroko, reside en la Ceiba. En la mitología de este grupo social, para alguno sería posible observar indicios de elementos iniciáticos, en el mito de Orula, deidad que debió pasar largos años enterrado hasta los hombros (para otros “hasta la cintura”) frente a este árbol, condenado por su padre, debido a que cometió incesto con su madre, pero al final es perdonado y regresa de su exilio, dotado del poder de las predicciones. La presencia de la Ceiba durante esta prueba no es casual, pues de su madera se fabricaría el primer tablero de Ifá (sistema de adivinación), lo que sin dudas en este caso, también le califica como un árbol del conocimiento. (12) 

  
baobab

Pero nadie piense que la Ceiba, como integrante de la flora devocional, está reservada en Cuba solo para las deidades de las creencias de origen afrodescendiente. Existe una peculiar línea devocional, que bien puede ser tomada en cuenta como de origen cubano, pero que ha surgido en culto solo practicado por determinados grupos de asiáticos, llegados hace ya mucho tiempo a este país, por diferentes razones. Se trata de la devoción a San Fan Kon. (13) Ser mítico, protector de los inmigrantes chinos en Cuba. Cuyo origen parece estar asociado con el mito creado hace muchos años en el poblado de Cimarrones, antigua provincia de Matanzas, donde Kuan Kong o Cuan Cung (que actualmente es adorado en un altar en el Casino Chung Wah, en el barrio chino habanero), legendario personaje del país asiático, brinda las bases a esta tradición. El nombre de San Fan Kon no es conocido como deidad religiosa en ninguna región de China, ni en otras comunidades orientales de ultramar. Según hace constar Antón Chuffat, en su libro Apunte histórico de los chinos en Cuba, desde el año 1880 hay constancia de la veneración a Kuan Kong en la mencionada villa matancera, la cual proviene de la historia del héroe chino Kuan Kong, que se remonta al año 220 de nuestra era, durante el combate entre las facciones de la dinastía Han, en la lucha por el trono imperial. (14)

El culto se instaló en La Habana y permaneció basándose en la fe de los antepasados. Los chinos de Cuba, tienen por costumbre quemar inciensos y reverenciarlo hincándose de rodillas ante la imagen del venerado, que se representa con el rostro pintado de rojo púrpura, color que para ellos simboliza la lealtad, la fidelidad y la vida. El culto a Kuan Kong se extendió en Cuba, por medio de estas comunidades que se establecieron en la Isla, con lo cual es de suponer que muchos de estos chinos se iniciaron también en los cultos sincréticos afrocubanos, simultaneando algunos de ellos estas prácticas, con la ejecución de sus rituales tradicionales; de manera que no es casual que para algunos de sus seguidores, el venerado San Fan Kon, también viva en la Ceiba. (15)"



El árbol del mundo en el imaginario cubano
Por: Gerardo E. Chávez SpínolaFecha: 2013-05-28

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