Para algunos resultará novedoso saber que en Aguascalientes hubo esclavos negros. Efectivamente, poco se habla de su presencia en nuestra tierra. Este olvido se debe en gran medida a que el mestizaje tan fuerte de la región diluyó los rasgos de esta raza, volviéndose apenas perceptible en la actualidad en unos cuantos.

Ser dueño de esclavos podía sacar de apuros financieros. Por lo general los dueños de esclavos no se tentaron el corazón para venderlos, aunque eso significara desintegrar familias. En 1664 don Juan de Araiza pidió que para pagar su funeral se vendiera el hijo de su esclava Nicolasa que tenía tres años. Pero no faltó quien, encariñado con sus esclavos, decidiera darles su libertad o dejarlos en posibilidad de comprada. En 1670 doña Ana de Orozco decidió dar la libertad a su esclavo Juan, a quien crió desde pequeño, con la condición de que primero trabajara durante un año en el servicio de sus carretas. También se usaron los esclavos para agradecer servicios. En 1670 doña Beatriz de Medina viuda de don Alonso de Peguero, donó a su sobrina Beatriz "una esclava criolla nacida en su casa" y señaló que "desde luego se la endono por el cuidado que me ha asistido en mi larga enfermedad y por el mucho amor y voluntad que siempre me ha tenido".

Lo más común fue que los esclavos, hombres y mujeres, cuando llegaron a casarse (lo más corriente era que tuvieran sus hijos libremente), lo hicieran entre ellos mismos o con indios y mestizos. En los archivos parroquiales guardados en la iglesia del Sagrario queda constancia de estas uniones y de los nacimientos y bautizos de sus hijos. Allí podemos advertir cómo se fueron mezclando con otras razas, diluyéndose paulatinamente en la población. En las descripción: de los esclavos podemos seguir esos cambios. Hacia 1630 encontramos todavía esclavos nacidos en África, pero poco a poco todos serán "criollos nacidos en estas tierras". En 1680 don Juan Bravo de Medrano compró una esclava blanca de 20 años a don Matías López de Carrasquilla por 1 000 pesos. A principios del siglo XVIII se dijo de uno que era "algo blanco, pasudo, alto de cuerpo y delgado, con una señal en la frente de una descalabradura".
Cuando la escasez de mano de obra bajó, también bajó el precio de los esclavos, y su uso como sirvientes en las casas se extendió. En 1670 por un joven esclavo se pagaban hasta 400 pesos; en 1715 tan sólo se obtenían 150 o 200 pesos. Para el siglo XVIII los esclavos se ocuparon casi exclusivamente como sirvientes.
Don Juan Altamirano de Castilla en su testamento declaró tener 19 esclavos de diferentes edades y sexos, entre los cuales un chaparro y un desdentado.
Fuente:
http://bibliotecadigital.ilce.edu.mx/sites/estados/libros/aguas/html/sec_14.html